Un cuchillo sin filo puede hacer que cocinar sea más difícil y peligroso. Si no tienes un afilador a mano, prueba con una taza de cerámica. Voltéala y desliza la hoja del cuchillo por el borde sin esmaltar varias veces en un ángulo de 20 grados.
Otra alternativa es usar papel de aluminio. Dóblalo varias veces hasta que quede grueso y pasa el cuchillo sobre él varias veces. Esto ayuda a alinear el filo y mejorar su rendimiento temporalmente.
Si tienes una piedra de afilar, remójala en agua durante unos minutos antes de usarla. Pasa el cuchillo por la piedra con movimientos firmes y constantes en ambas caras de la hoja.
Mantener los cuchillos secos después de lavarlos evita que pierdan el filo con rapidez. Además, guardarlos en un soporte adecuado en lugar de amontonarlos en un cajón prolongará su vida útil.